La percepción de la fragancia es muy personal. Todo ser humano crece rodeado de ciertos estímulos que asocia con memorias afectuosas o perturbadoras. ¿Quién no sonríe (y tal vez empieza a salivar anticipadamente) cuando se expone al olor de las galletas de la abuela horneando en el horno? ¿Y quién no se retrae del olor de una bolsa de basura que ha reposado durante una semana?
Diariamente la mayor parte de las personas no somos conscientes de lo mucho que utilizamos nuestro sentido del olfato en nuestra vida diaria.
Sin embargo, hay muchas cosas que pueden afectar al sentido del olfato. Tal un resfriado o alergias y los senos paranasales estén inflamados – usted podría notar que su sentido del olfato no es tan afinado en esta situación.
Puede notar que su primera impresión de una fragancia será la más fuerte – ¡esto es normal! Cuando los receptores olfativos se saturan por cierto olor después tenemos problemas para detectarlo más tarde.
¿Cuántas veces ha estado cerca de alguien que parece haberse bañado en colonia y te has preguntado, no pueden oler lo fuerte que es esa colonia? La respuesta es, no, no pueden, porque se han vuelto esencialmente inmunes al olor – sus receptores olfativos han sido sobrecargados con ese olor en particular y ya no pueden olerlo.
Se sabe que el embarazo mejora el sentido del olfato de la mujer, y la teoría es que es vitalmente importante para la supervivencia de la especie humana que la madre sepa qué alimentos debe evitar, ya que podrían ser dañinos.
El papel del cerebro en la percepción del olor
El papel del cerebro en la percepción del olor es también muy importante. Tal vez alguien le da una vela amarilla pero no identifica el olor que podría ser. Automáticamente, su cerebro espera una cierta fragancia – tal vez una mezcla de limón o de cítricos, tal vez una mezcla de cítricos y florales, tal vez una mezcla de limón y vainilla. ¿Pero y si esa vela amarilla huele a arándano? ¿Cómo crees que responderías?
Probablemente pensarías que algo andaba mal porque tu cerebro ya estaba esperando una fragancia de un grupo preconcebido que tu cerebro conjuraba basándose en el color de la vela. O tal vez tu cerebro va aún más lejos y te engaña pensando que es una especie de limón exótico.
La memoria olfativa
También está el tema de la memoria del olor. Tal vez haya usado la última parte de su colonia favorita, y compra una nueva botella.
Siente que conoces bien esta fragancia porque la ha usado muchas veces, pero quizás el día que abre su nueva botella siente que no huele igual que la antigua.
Podría tener la impresión de que el fabricante ha cambiado la formulación. La única forma de saberlo con seguridad sería analizar la fragancia a través de la cromatografía de gases y la espectrometría de masas, pero la mayoría de nosotros no tenemos acceso a esta tecnología, así que dependemos de nuestra memoria de aromas para guiarnos.
Sin embargo, la memoria olfativa puede ser errónea ya que se basa en nuestra memoria (a menudo borrosa) sobre la fragancia. La única manera de comparar 2 fragancias (que no sea a través de un análisis costoso) es poner ambas fragancias en un secante y compararlas una al lado de la otra, e incluso ese método debe ser manejado con cuidado.
Cada fragancia debe sumergirse en la fragancia hasta la misma cantidad – si una fragancia cubre más de la mancha que la otra, la percepción será que una es más fuerte que la otra.
También el tipo de mecha utilizado en la vela puede afectar a la esencia y a como se esparce por una estancia, bien lo sabemos en Trenzados José Pla, donde estamos aconsejando sobre ello durante más de 30 años.
Así que la próxima vez que uno de sus clientes diga, “Esta vela no huele tan fuerte como mi anterior compra”, tenga en cuenta que puede que tengan razón – o puede que no.